III Concurso de Poesía Oregoniana – 2021/22
¡Felicidades a las ganadoras del III Concurso de poesía oregoniana!
- Primer premio – Aimee Granado Oreña por el poema «Dejan sus huellas las peregrinas»
- Segundo premio – Sara Solveige Blake Espinosa por el poema «Crónicas endémicas»
- Tercer premio – Sonia Priscila Ticas por el poema «Lunadas»
El jurado del III Concurso de Poesía Oregoniana, 2021 estuvo formado por las siguiente personas:
- Jesús Sepúlveda (Primer premio del II Concurso de Poesía Oregoniana)
- Lidia Schiedler (Segundo premio del II Concurso de Poesía Oregoniana)
- Dra. Yuliana Kenfield (Profesora universitaria, investigadora y escritora)
- Efraín Díaz-Horna (Presidente del ICO)
Evento: Presentación de los poemas ganadores del III Concurso de Poesía Oregoniana – Micrófono abierto
23 feb. 2022 07:00 p. m. Hora del pacífico (EE. UU. y Canadá)
Reunión por Zoom
Primer premio – Aimee Granado Oreña
«Dejan sus huellas las peregrinas»
Como perlas del alma, cae el rocío y un verso inspira,
como gotas aspergen tantas razones incuestionables,
cuales gemas ilusas dejan sus huellas las peregrinas
bordando filigranas de sentimientos y lealtades.
Al esparcir sus joyas la luna ofrece en las madrugadas
el indemne silencio desorbitado entre los azares,
cuales gemas ilusas dejan senderos las peregrinas
y estrechan horizontes tantas quimeras y soledades.
Esa humedad ilesa la que acicala sin más palabras
atesora el gemido que se trasnocha entre madrigales,
cuales gemas ilusas hacen historias las peregrinas
aferradas al tiempo que las seduce con sus detalles.
Esperada tormenta mientras la noche su verso inspira
y un preludio de anhelos a un sortilegio de cabalgares,
cuales gemas ilusas llegan al Cenit las peregrinas
en el crucial orgasmo de los desvelos inseparables.
Al salpicar idilios con sus revuelos y serenatas
trascendiendo sin prisa tomando antojos como rituales,
cuales gemas ilusas besan intentos las peregrinas
y entrelazan caricias sin acertijos ni tempestades.
Cuando el relente impetra con vehemencia exento alcanza
el amor y la gracia que no cuestionan lo irrenunciable,
cuales gemas ilusas prenden destellos las peregrinas
y un frenesí bohemio deja suspiros inexorables.
Segundo premio – Sara Solveige Blake Espinosa
«Crónicas endémicas»
De pronto ya todo es rosado con manchas
amarillas, tus ojos, el lavabo y toda mi rutina.
comenzó mojando una parte de mi mente
se esparció y se quedó irremediablemente.
Que si el café, la ropa y las hormigas,
tu cara se postraba siempre frente a la mía
el paraje sigue afuera y volando la alegría,
persiguiendo a las maletas que siguen sin ser amigas.
Rostros diminutos deambulan por el parque
nunca antes se había visto que causaran tanto alarde.
Pero se hacen cercanos, oscuros; es todo un arte.
contemplar la decadencia, ya no durará un instante.
Doy vueltas, me acomodo, trato de inspirarme,
salgo al sol, lavo mi cara y la cuelgo en el volante.
Y es que escribo y es que ruedo, sudando llego con miedo,
voy trotando hacia el alivio, aunque se quedó dormido.
Y es que todo sigue igual desde hace al menos un mes,
la gente que está allá afuera, no entiende lo que esto es,
quedarse bien escondido en el fondo de un ladrillo,
mientras que el reloj corre; él, que ya tiene colmillo.
Tercer premio – Sonia Priscila Ticas
«Lunadas»
Faro extraño penetra la alcoba,
encendiendo mis sentidos:
Me asomo al graznido de algún animal errante, dolido,
Acudo al silencio sonoro de hojas crepitando,
Busco entre gigantes elevándose en sueño humedecido.
Y la descubro a ella
llena de gracia,
repleta, redondeada,
Iluminando mi ventanal,
Acompañando mis ansias,
Haciéndome un guiño con su ojo
borrascoso, luminoso.
Su límpida mirada,
Su foco de largo alcance reacomoda,
esculcando entre las sombras,
rondando mi desorbitada presencia.
Ha venido a alucinarme, a
cariciarme, acompañarme
en noches en que ominosos invasores
perturban la quietud de mi almohada.
Se mueve silente
como yo en mi cama.
Parpadeando en las tinieblas,
me lanza un beso redondo
y un soplido lejano,
tenue y fulgurante
que me conforta
hasta el alba.
Noche tras noche la aguardo,
en la amplitud de mi abrazo.
El cielo sus esponjas ensancha
Y ella a las escondidas juega.
Te veo y no te veo,
satélite de ilusión.
Revela esa mirada plateada
que te envuelve en resplandor.
Convoco un vendaval
que venga su rostro a destapar,
Pero apenas leve brisa
sopla el viento de mi soledad.
Mala maga soy,
incapaz de despertar pasiones,
ni huracanes categoría uno
que pongan sus pestañas a temblar.
Se desvanecen las diez y las doce
Y sigo invocando su presencia:
tierna,
a medias
o entera.
Amiga siempre risueña,
Lucero en noches de pena
cuando el mundo se ha detenido
cuando la muerte circunda nuestros sentidos.
Un día por fin la contemplo de nuevo
Y me envuelvo en su redondo azuleo
Y divago en diáfanos sueños
Y despierto inundada de certeza
que nueva vida alumbra
entre espesas nubosidades
entre corazones desgastados
que vibran bajo su luz.